Agradecimiento a los profesores del Colegio Nacional de Urdinarrain

Esta carta debí haberla escrito hace muchos años. El motivo que hoy la provoca es pasajero, pero, como es actual, suscita discusiones. El Sr. Eduardo Morena expuso, en una charla y en un libro, críticas a los profesores y a la enseñanza que recibió cuando él era alumno del Colegio Nacional.

Yo tengo unos pocos años más que él y, por lo tanto, viví la misma época escolar y conviví con los mismos profesores. Por eso, puedo opinar con la misma experiencia.

Agradezco la formación de calidad que me dieron esos profesores. Cada uno de ellos preparaba sus clases con dedicación; explicaban cada concepto, se preocupaban si no los entendíamos o volvían a explicarlos. Nos enseñaban con pizarrón y tiza a hacer cuadros sinópticos y a resumir; respondían a cada pregunta que la curiosidad o el deseo de aprender les formularan.

Cuando  ingresé al Profesorado de Letras de Gualeguaychú, varios profesores me preguntaron dónde había hecho la secundaria porque tenía una cultura muy amplia y sabía relacionar conocimientos.   Eso se lo debo a la enseñanza recibida en el Colegio Nacional, donde mis profesores decían: “Estudien para saber, no por una nota. Estudien para tener una cultura general”.

Y así lo hacíamos con Matemática y sus logaritmos o sus ejercicios combinados: no “servían” para dirigir un negocio, eran conocimientos científicos. Para tener una empresa, recibíamos los conocimientos de Contabilidad, que también es una ciencia. Y saber quiénes eran los artistas del Renacimiento no nos haría ricos en dinero, pero sí nos enriquecería el espíritu que se nutre del arte, con el cual se crece cualitativamente, no con medición cuantitativa.

En aquellos mapas negros,  nos ubicamos en nuestro país y en el mundo. Reproducíamos esos mapas en nuestras carpetas, aprendíamos cómo se había formado la Tierra y cuánta riqueza nos tocó a los argentinos. La Literatura nos permitía leer historias, analizar formas de vivir y pensar de otras épocas que comparábamos con la nuestra. La Física, la Química, la Biología eran enseñadas como ciencias y, sin tener un laboratorio, hacíamos clases prácticas en las aulas con plantas, con insectos, con ranas. No había fotocopias, ni bajábamos textos de Internet. Usábamos libros y carpetas, y en éstas quedaba plasmado todo lo que aprendíamos.

Porque confiábamos en lo que sabíamos, fuimos dos veces a participar en “Feliz Domingo” (programa estudiantil de preguntas y respuestas para ganar un viaje a Bariloche). Si bien no llegamos a la Final, no lo sentimos como un fracaso, sino como una experiencia de aprendizaje, única. Y en el Colegio nos recibieron con aplausos y felicitaciones. Cabe destacar que, al año siguiente, otros grupos también fueron a participar y ganaron.

De ese colegio —al cual el Sr. Morena critica como si fuera la causa de no sé qué fracaso personal— salieron alumnos que, más tarde, egresaron con títulos de médicos, ingenieros, geólogos, odontólogos, arquitectos, abogados, escribanos, veterinarios, profesores, maestros, periodistas, bromatólogos, psicólogos, psicopedagogos, kinesiólogos, asistentes sociales, sacerdotes… y el intendente actual de nuestra ciudad. Además,  de ese colegio, egresaron alumnos que no realizaron estudios terciarios, que se quedaron a hacer su vida en esta ciudad y que hoy trabajan, con dignidad, por su familia.

“Somos muchos más que dos” los que agradecemos, a nuestros “viejos” rectores, profesores, preceptores, administrativos y ordenanzas, todo lo que nos dieron: consejos, conocimientos, comprensión, amor… y una parte de sus vidas.

No voy a escribir nombres propios porque no confío en mi memoria. Esto no es un inventario, es un texto del corazón. Con amor, con satisfacción y con orgullo les digo: ¡¡¡GRACIAS A TODOS!!!

Liliana Broggi